martes, 24 de agosto de 2010

En septiembre: Café de la República Dominicana

Te invitamos a un sugestivo viaje a través de los sentidos a la República Dominicana para descubrir el café Barahona. Ideal para los amantes del café con gusto fuerte.


El terreno montañoso, la riqueza de los suelos y el alto nivel de precipitación permiten a los caficultores dominicanos producir un café de primera calidad que cumple con todas las exigencias y parámetros de los mercados más exigentes del mundo.


El café  Barahona viene de la región del suroeste del país y se produce entre 800 y 1200 metros de altura. Es un café de la especie arábica. Es un grano, redondo y duro, de tamaño medio y propone un gusto rico e intenso, con carácter completo, ideal para los que desean un gusto más fuerte.


Las características organolépticas:

Aroma: intenso, con notas de chocolate y nueces. 
Cuerpo: completo.
Acidez: media.
Sabor: chocolate, frutas del bosque.
Persistencia en boca: alta.

viernes, 6 de agosto de 2010

El café, en compañía

La televisión, los videojuegos, el ordenador… son los culpables, según los expertos, de nuestras carencias comunicativas. Ahora con la llegada de las cápsulas de café (no entro a juzgar la calidad) el acto social de beber café está en peligro: beber café es un ritual que siempre ha estado asociado a la conversación.

Cuando te levantas pones la cafetera al fuego. Te diriges al baño, te lavas la cara. A los cuatro minutos el aroma de café impregna toda la casa. Sirves  los café en las tazas. Comienzas a describir lo que soñaste, lo que tienes que hacer a lo largo del día. Escuchas a tu pareja mientras disfrutas de tu primer café.

Cuando estás en el trabajo, te llega el aroma del café. Sabes que es el momento de reponer las energías. Conversas con tus compañeros las incidencias del día. Lo que tienes que comprar cuando salgas del trabajo.

Con la llegada de las cápsulas, te levantas y vas directo a la cocina. Te tomas el café, ni te sientas. Te vistes y te despides de tu pareja. Mientras, tu pareja realiza la misma operación. Apenas cruzas dos palabras. Cuando quieres contarle el sueño, al regresar a casa, ya se te olvidó.

En el trabajo, vas al “office”. Te pones el café. Solo piensas en lo que tienes que hacer después del trabajo. Termina tu descanso. Por el pasillo te encuentras a tu compañero. Sabes que también va al “office”.

Ahora mientras releo el libro de Elsa López, “El corazón de los pájaros”, reflexiono si beber el café en compañía pasará a la historia:

(…) era una vieja costumbre. La de la abuela. Con tacitas hirviendo recorría las habitaciones, una por una, y dejaba a cada cual sorber el café a su gusto. El tío Manuel lo bebía rápido, atragantándose siempre (…), la tía Nieves lo tomaba incorporándose a la cama, de lado, a pequeños sorbos (…). Cuando la abuela entraba en el cuarto de Valeria lo hacía de puntillas, se arrimaba a los pies de la cama y le acercaba a la nieta el plato de loza con la última taza de café todavía humeante”.

Si existe un movimiento de “Slow food”, por qué no el movimiento de beber el café en compañía…