viernes, 24 de febrero de 2012

Historia del café en las Islas Canarias

La llamada de atención

Los libros sobre el cultivo del cafeto deben cambiar en lo que respecta a las zonas de cultivo. Todos dicen que "las zonas más favorables para el desarrollo del cafeto son las comprendidas entre  el trópico de  Cáncer y Capricornio".

Después de leer este artículo queda demostrado que las zonas de cultivo es la franja imaginaria que va desde Canarias al trópico de Capricornio. 



La historia*

Iván Núñez de la Peña hace una relación, casi exhaustiva, de las plantas cultivadas en las Islas en su libro “Conquista y antigüedades de las Islas de la Gran Canaria y su descripción”, publicado en 1676. En esta relación no se menciona la planta del café:
          
“La tierra es regalada de todo género de frutas, manzanas, membrillos, peros, peras, ciruelas, albaricoques, duraznos, albérchigos, limones, naranjas, limas, cidras, plátanos, ñames, melones, fandías, pepinos: en conclufión, de quantas frutas fe bufcaren fe hallarán en la isla de Thenerife, y en las demás islas”.
               Parece, por tanto, que en el siglo XVII el café no había llegado aún a las Islas Canarias.

         Sin embargo, casi un siglo después, Viera y Clavijo en su libro “Diccionario de Historia Natural de las Canarias o Índice alfabético de los tres reinos, animal, vegetal y mineral con las correspondencias latinasdel año 1799, dice refiriéndose al café:

 “Es original de la Arabia, traída por los holandeses a Europa. En Tenerife han prosperado, de algunos años a esta parte, muchos pies, no dejando duda de que el clima les es favorable”.


Planta de café


 Las primeras plantas de café debieron llegar a las Islas por iniciativa de los ilustrados, preocupados por la creación de nuevas fuentes de riqueza mediante el cultivo de especies susceptibles de ser explotadas industrialmente.


Corroborando esta opinión, el 17 de agosto de 1788, el rey Carlos III dictó una Real Orden por la que se encargaba a Don Alonso Nava Grimón, Marqués de Villanueva del Prado, que estableciera en Tenerife, en los terrenos que juzgara más adecuados,
“uno o varios plantíos para sembrar y plantar semillas y plantas procedentes de América y Asia, ya que los ensayos hechos en los Reales Jardines de Aranjuez y Madrid no habían tenido el éxito deseado, debido a los rigores del invierno”.
 
          Hacia mediados del siglo XIX, su cultivo se encuentra aún en fase experimental. Así lo refleja Pascual Madoz en su “Diccionario Geográfico, Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar” 1845-1850.
                        Dice al referirse a su cultivo en las Islas:
“Sobre el café han hecho ensayos algunos propietarios, más bien por curiosidad que por un objeto de especulación, y los varios plantíos de dicha especie lo han producido muy bueno y de un gusto y aroma exquisito”.

Valle de Agaete 1930. FEDAC

            Quince años después ya aparece entre los cultivos más importantes. Don Sebastián Suárez Naranjo, Director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País” de Las Palmas, dice en su discurso de toma de posesión de la nueva Junta Directiva, el 15 de enero de 1865:
 “La riqueza de esta isla es la Agricultura en la que destacan cereales, patatas, legumbres, frutas, vinos, maderas, cochinilla, a las que se añade el tabaco, la seda, aceites de olivo y ricino, café y caña de azúcar”.

Cerezas de café



Don Mariano Sancho y Chía, en su discurso de toma de posesión de la Dirección, el 23 de enero de 1881 dice, haciendo un canto a la Agricultura:
            
“Podemos obtener en nuestro suelo y en nuestro clima los productos más estimados: azúcar superior, vinos exquisitos, aromático café, delicioso tabaco, ricas almendras, delicados plátanos”.
             Actualmente el único sitio de España donde se cultiva  café es en Agaete. Su historia la puedes consultar en este blog (fecha 18 de marzo de 2011)

* José Antonio García Álamo. Se publicó en el libro El Café de Agaete: Historia y cultivo. Del que soy autor (José Manuel Sosa Medina) junto a Raquel Arencibia Martín y José Antonio García Álamo.