Mientras disfruto de un café de Honduras orgánico, me acordé de la primera vez que leí la palabra metamorfosis, hace 36 años. Te preguntarás: ¿Qué tiene que ver la metamorfosis con el café? Pues con este café en concreto, mucho. Tenía ocho años. En la clase de Dña. Ángela (escuela del Valle de Agaete) había un mural de cartulina, pegado a la pared, donde ilustraba la metamorfosis de la rana. Escrito a mano debajo de cada foto, recortada de un libro, había una descripción de cada fase. Mira por donde, aprovecho la ocasión para enviarle un fuerte abrazo a Dña. Ángela de su alumno, José Manuel. Perdonen, me dejo de formalismo y le envío un beso a Nena (así la llamamos los más allegados) de su primo Meme (así me llaman familiares y amigos).Tambíen aprovecho la ocasión para reivindicar la ENSEÑANZA EN LOS COLEGIOS PÚBLICOS donde Ángela sigue impartiendo clases.
Ya sé que no es una metamorfosis, pero lo utilizo como metáfora. Mientras disfruto del último trago del café, pienso en cómo una delicada flor con olor a jazmín se convierte en un grano con más de 400 componentes químicos, orgánicos e inorgánicos que nos hacen disfrutar de delicados aromas a frutas, chocolate, flores, especias….
En el mural de cartulina de la escuela la metamorfosis se describiría así:
Secuencia de la floración del café
La estaquilla forma cuatro botones florales. |
Los botones florales se transforman en flores |
Las flores se transforman en frutos |
Perdón, se me olvidaba, me acordé de la metamorfosis de la rana porque el café de Honduras del que estoy disfrutando tiene certificación orgánica por Rainforest alliance, cuyo logo es una delicada rana.
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