La mandarina por su pequeño tamaño, su delicado aroma, sabor dulce y ligeramente ácido y la facilidad de pelar (hasta para eso somos cómodos) la convierten en una de las frutas más apreciadas. Rica en potasio, hierro, calcio, magnesio y vitaminas C y B. Contienen más agua que los demás cítricos y menos caloría que la naranja.
Tanto las hojas como la corteza del mandarino encierran un aceite esencial aromático muy apreciado y utilizado en la fabricación de perfumes y licores. En el café este delicado aroma se percibe más en boca que en nariz. Lo encontramos en los más selectos cafés africanos como el Kenia y etiopía y en algunos refinados cafés de altura de Centroamérica.
La casa real marroquí y la mandarina
¿Y qué relación hay entre la casa real marroquí y la mandarina ? El domingo, mientras disfrutaba de un Kenia AA (café de cuerpo pleno, aroma denso y buena acidez con notas frutales como mandarina y grosella), leyendo la sección de negocios me encontré con un artículo que me llamó la atención:”A tortas por una mandarina” (El País, domingo 24 de abril de 2011, firmado por Vidal Maté). Resulta que los agricultores desde hace muchos años llevan cultivando una variedad tardía conocida como “afourer”. Al ser tardía el precio es más elevado. Y parece ser que a nadie se le ocurrió patentar esta variedad. Pero en este mundo de listos la empresa Dominios Agrícolas, propiedad de la casa real marroquí, la registra en 1.995 con el nombre de “nadarcott”. Desde esta fecha hasta la actualidad los agricultores mantienen un contencioso a diferentes niveles contra el registro y prohibición de uso libre de esta variedad.
A esto se dedica la casa real, mientras los marroquíes salen a la calle a pedir una nueva constitución, el fin de la política de monopolio económico, garantías de los servicios de sanidad y educación, derecho al empleo, la reducción de los costes de la vida o el aumento del salario mínimo…
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